domingo, 25 de noviembre de 2012

VOCES DEL TEMPLO

Verdor del campo y azul de los sueños
Encabritan los recuerdos anunciando
Paisajes olvidados en un rincón de la noche.
Cabalga el río sobre mis sienes despertando
Las alturas de la nostalgia de una vida
Placentera bajo el alero de su frente amplia,
Bebiendo el agridulce néctar de sus labios,
Recogiendo la ebriedad de sus palabras
Blancas resonando en la fuente del cerebro.
 
Esa región era mi refugio sacro y también de oscebia.
Las voces del templo llamaban a la oración
Vespertina cual cencerro de las pastorías
De la vieja comarca donde el amor era semilla
De seres nunca habitados en la tierra.
Mano de nieblas inquietas guiaban el paso
De la muchedumbre, perdida en las quebradas
De la lujuria y el desvarío violento de las vestales.
Así, los altares gemían las ausencias desviadas.
 
Anochece sobre mi piel y cánsanse los ojos
De vigilias milenarias. Se atenúa el pensamiento
Y el paso reclama reposo. Mas el recuerdo es
Azufre y agua y nada lo apacigua en mi mente.
Recostado sobre ingrávidas y tibias mantas,
Miro el pasado y el futuro se duerme en la campiña.
Cual músico que al terminar su canto apoya
En el suelo la cantarina guitarra, así mi corazón
Detiene su rítmico camino y ahora ya descansa.

 

Por Carlos Eduardo Saa
Cerro Barón 02/08/2011

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