jueves, 4 de febrero de 2016

TURBIA LA TORRENTERA

 
 
 

 
¿Hacia dónde conduce este pedregoso camino
que eleva los últimos tramos de la senda?
Fallan las fuerzas ante tan empinada huella,
respirar el aire pesa, los pulmones resuellan,
el agua verde de ayer opaca se torna,
se ve turbia y quieta la torrentera.
Ya no es claro el cristal del amanecer,
lento el avanzar sobre los prados que ayer corrieran.
Ahora solo se trata de una desafortunada historia
de los últimos días, que ni siquiera meditan
sobre las horas de ágil paso y pensamiento claro.
 

Cercano nótase el crespúsculo rosáceo,
lejos el planificar con seguridad en largo aliento.
Precaria la empinada roca, tras soplo de agudo viento
habrá de rodar por el áspero abismo sin destino cierto.
Potente voz de lejanos años se torna pálido suspiro
incapaz de encontrar repuesta ni blando eco
de algunos brazos que la sostengan,
como inútil sostener la vida que ya flaca rueda.
 

Hora es de la despedida y nada se opone
a su impasible girar sobre la vieja vivienda,
casa en donde se engendraran palabras y versos.
Los punteros traspasan la capa de la existencia
Y no hay forma de detener su giro sobre
La oscura tela de la segura muerte que paciente espera.
Todo acaba, el camino indiferente se oscurece,
el cielo al agonizante le niega estrellas.
Una mujer enteca y mirada vacía,
Coge la puerta y si emoción, la cierra.
 

Carlos Eduardo Saa

Cerro Barón 26/01/16

 

martes, 9 de abril de 2013

MI PADRE BAILÓ CON LA ROSA MALFÚ

Mi padre bailó con la Rosa Malfú,
Punta reconocida del puerto bajo.
Eso fue por los años 30, ¿sabe usted?
Mi viejo era mozo de buena pinta,
Algo suficiente pero canchero
En las cosas de mujeres bravas
Y brazo rápido en las cargadas.
Nunca anduvo armado, ¿para qué?
Sí con la fuerza del cuerpo bastaba
Para derribar al más fortacho.
Era ladino, mi padre, gozador del vino
Fuera bueno o rajador de hocicos,
De ese que a veces venden en los boliches
De los campamentos mineros.

Güeno, como le iba mentando,
Mi viejo bailó esa noche con la Rosa,
Flor de charcos, le decían a la mina,
Porque había nacido en Curranco,
Que está lado de un estero.
Esa noche mi padre andaba alzado
Porque le habían pagado el mes
Y algo más en la compañía minera
Y para cuidar de los bandoleros los pesos
esa noche portaba corvo afilado.
Nada de corto de genio encaminó
Sus pasos hasta el boliche del Carolo,
Situado al lado de la cancha de fútbol,
Donde las horas no se hacían nada
Entre tomas, bailes y amores pagados.
Cuando la media noche ya daba vuelta
Para la madrugada la Rosa olió la plata
Y vivaracha que era, le sonrió a mi viejo.
Entre risitas y palabras calientes
Las cosas avanzaron y los bailes
Parecían quemar la paredes de calamina.

Como a las tres se apareció el Ramiro,
Del que se decía el hombre de la mujer
Y se sentó en la mesa de un rincón,
Observando torvo a la Rosa y a mi padre.
De algún lado ya venía con el trago puesto
Porque al poco rato se levantó
Y se fue como fiera hasta la pareja.
A la pobre Rosa la agarró de las crenchas,
A mi padre le habló fuerte y siniestro,
Diciéndole que si lo volvía a ver atracando
A su hembra, con él se las iba a ver corvo
en mano, y que se diera por agradecido
que por esta vez sólo se lo avisara.
Mi viejo no era de los se quedaba callados
Así que le contestó firme al Ramiro,
Que si era tan corajudo pelaran al tiro.
Y así no más fue, que en la cancha
Casi a oscuras a corvo se enfrentaron.
Los mozos eran de edad parecidas,
Por los 27 andaban y pesaban similares kilos.
Entre amagues y ataques pasó media hora,
Los dos no se hablaron palabra, oiga,
Pero empezaron a cansarse y asesar.
El Ramiro vio un hueco en la defesa
Y se lazó como puma sobre mi viejo.
Calculó mal sí, porque una herida
Mortal le partió en dos el pecho.
Y ahí quedó el hombre de la Rosa Malfú,
Mirando al suelo sin comprender
Lo que le había pasado.
Mi padre, fiero pero leal
No se movió para rematarlo
Y ese amanecer se murió un minero.
Mi viejo limpió la sangre en el corvo
Y sin mirar atrás se alejó hacia los cerros,
Donde estuvo tres días completos
Reflexionando en lo sucedido.
Al cuarto día se entregó al retén del pueblo,
Quedando al tiro prisionero.
El juez dio sentencia aceptando
Defensa propia pero condenó el duelo,
Así que seis meses de capacha
Se tragó el viejo sin ningún reclamo.
En cuanto a la Rosa Malfú,
Dicen que se fue para otros terrenos
Para pecar y bailar sin miedo
A pasar otra aventura como la muerte
Del que por años fuera su dueño.
Pero como el destino no suelta a nadie,
Una noche en un miserable
Prostíbulo, otra prostituta celosa
Le cortó la garganta con filoso fierro.

La Rosa se hizo famosa por estas cosas
Y seguramente por inventos
Se convirtió en una especie de heroína
En los campamentos y en las aldeas,
Diciéndose que fue mujer mala
Por necesidad y no por vicio del cuerpo.
Vaya uno a saber la verdad, amigo,
Si fue mujer buena en desgracia
O prostituta por gusto de hacerlo.
La cosa que esto le dio nombradía
A mi viejo en todos los boliches
En donde los zalameros le invitaban
Comida y trago y conversación rastrera.
Eso lo cabrió ligero y se retiró pronto.

Un una plaza de una ciudad lejana,
Se encontró con mi madre y se casaron,
Lueguito nací yo, seguí sus malos pasos
Primero y esta noche tengo corvo en mano
Y al frente un rival de cuchillo artero.
En este instante previo a la sangre
Me acuerdo de la noche que mi padre
Bailó con la Rosa Malfú y luego el duelo.
La noche está fría, con mal presentimiento.
Algo me dice muy dentro que no llegaré
A viejo, que me prepare a morir
Bajo los álamos de la quebrada seca.
Sin por ello retacarme, enrollo el poncho
En el brazo izquierdo, apronto el filo
Y sin mirar las estrellas, al otro espero.


Carlos Eduardo Saa
Cerro Barón
06/02/2013

DE TUS SÚPLICAS

Me hablas bajo en el oído,
pidiéndome que te desee
tal cual eres, mujer sincera
dueña de virtudes y yerros.
Me dices deséame inmaculada el alma,
limpia la frente, dueña de la esperanza.
No busques en mi tierra vírgen
ni hierba jamás cortada.
Soy hembra conocida por los dioses
del amor y las pasiones. Dama
de hermético velo para el extraño
y ancho y cálido tálamo para el amado.
 
Búscame en las puertas del templo
que en compañía de Eros verás
mis anhelos de compartir contigo
lo que en la piel sea propicio goce.
Estaré aguardándote en la mar
agitada por las olas del deseo.
Allí abriré mi blanda carne a tu ímpetu,
contenida desde el albor de los siglos.
No me busques en las aldeas ni ciudades
que yo moro en las puertas del Olimpo.
Cupido es mi dulce celador, Minerva
consejera de vida, de acciones y actitudes,
Baco afiebrado pretendiente de las
profundidades de mis níveos placeres.
 
No me busques en las alturas de la nieve,
ni el engañoso lecho de las nubes,
que mi vuelo es corto e inseguro
si tus manos no ciñen mi cintura,
abarcando el temblor de los pechos
que suspiran por el beso de tu locura.
Amado, yo te aguardo, cubierta
de ingrávida vestidura, en la celda
más recóndita de mis ardores
hacia tu virilidad regalada a mi
ansiosa oquedad, para ti perfumada
por las rosas de la sagrada floresta
en que Zeus subyugó a la casta Hera.
 
Yo te busco, diosa de mis amores,
entre lo umbrío de la selva nueva
y entre de los volcanes la bravura;
vago por las paralelas del tiempo
y el espacio, afincado en la ilusión
de encontrar de tu hogar acogida.
Te deseo tal cual suplicas, alma mía,
nada mío habrá de macular tu imagen,
no elevaré libidinosa forma en mis aspiraciones,
como tampoco egoísmo ni celos vanos a tus encantos.
Seré vigilante adorador de tus señales,
seguidor de tu huella, atento a tu llamada.
Confía en mi pretensión de alcanzarte
y tendidos en el equinoccio de otoño,
donde los amantes encuentras goce y consuelo,
daremos fin a larga espera de consumar
de la piel el tormentoso desespero del sexo.
Serás diosa interminable, ama absoluta
de mi vida. No temas, ninfa mía,
que te amaré mañana con el poder que hoy te amo..
 



CREO EN TI

Desde la senda primera
conocí en mi frente la fuerza
de tus manos y de tu agua.
Crecí en tu huella blanda,
a veces equivoqué la ruta,
mas, Tú, Señor, jamás alzaste
la voz para castigar el extravío.
Atado a tu Cruz conocí dichas
y tristezas de un mundo feble,
sin que tu luz cegara mi lámpara
que a lo lejos me llamaba.
Hoy, ya doblando la última curva,
vislumbro con certeza tu Casa,
seguro estoy que arribaré a Ella
descalzo, desnudo de huesos,
portando sólo mi alma serena,
luciérnaga en el bosque que me acosa.
Creo en Ti, como en la límpida flor
que en tu entorno es fragancia
del perdido Paraíso que me aguarda.
Espera, Señor; a tu compañía
va mi planta descalza,
la frente tersa, el espíritu alto.
Gracias, por saber que en Ti
no habrá muerte. Que seré soplo eterno,
que  en Tí está
el placer de mi último descanso.
 
Carlos Eduardo Saa
Cerro Barón, 04/1/2011



domingo, 25 de noviembre de 2012

VOCES DEL TEMPLO

Verdor del campo y azul de los sueños
Encabritan los recuerdos anunciando
Paisajes olvidados en un rincón de la noche.
Cabalga el río sobre mis sienes despertando
Las alturas de la nostalgia de una vida
Placentera bajo el alero de su frente amplia,
Bebiendo el agridulce néctar de sus labios,
Recogiendo la ebriedad de sus palabras
Blancas resonando en la fuente del cerebro.
 
Esa región era mi refugio sacro y también de oscebia.
Las voces del templo llamaban a la oración
Vespertina cual cencerro de las pastorías
De la vieja comarca donde el amor era semilla
De seres nunca habitados en la tierra.
Mano de nieblas inquietas guiaban el paso
De la muchedumbre, perdida en las quebradas
De la lujuria y el desvarío violento de las vestales.
Así, los altares gemían las ausencias desviadas.
 
Anochece sobre mi piel y cánsanse los ojos
De vigilias milenarias. Se atenúa el pensamiento
Y el paso reclama reposo. Mas el recuerdo es
Azufre y agua y nada lo apacigua en mi mente.
Recostado sobre ingrávidas y tibias mantas,
Miro el pasado y el futuro se duerme en la campiña.
Cual músico que al terminar su canto apoya
En el suelo la cantarina guitarra, así mi corazón
Detiene su rítmico camino y ahora ya descansa.

 

Por Carlos Eduardo Saa
Cerro Barón 02/08/2011

domingo, 4 de noviembre de 2012

VUELO INMORTAL DE UN POETA

Homenaje a Osvaldo Ulloa Sánchez, hoy jinete de las estrellas.


Cuando te recuerdo me duele el pecho,
se me desangran las manos y la sien.
Por las calles de Santiago te veo, hombre bueno,
poeta de la muerte oculta en tu camisa de luna.
Transgresor de las líneas de la cordura,
veías más allá de mi ojos esa poesía celeste
que un día te daría alas para llevarte a las constelaciones
tantas veces discutidas en los prados de los parques
y en la mesa de un café nocturno. Un día de mares,
me preguntaste con voz urgente ¿quién, yo u otros, la locura?
Quedé suspendido en el aliento de las rosas,
ignorante de la respuesta, enigma que habría de descifrar
sólo cuando en tus pupilas vi tu mirada, ausente, quieta.
Era tarde, Osvaldo, para responder tu angustia,
ya ibas tras las huellas de los hermanos mayores, cantores y poetas.
En minuto agrio te marchaste de nuestras casas,
dejando luto y noche en la añoranza de tus sueños.
Extendiste las alas por un segundo, por un segundo erraron las plumas
y te recibió la eternidad que no esperabas;
mas, oscura, fría, indifeente de la vida, las manos invisibles,
acariciaron tu alma y tu nobleza para conducirte
hasta el último reducto de los vates, las inmortales estrellas.
Muchos no entendieron tu ansia de volar, de romper la monotonía del suelo.
Yo, que escuché tu voz sin despedida, comprendí tu anhelo
y desde entonces, quieto siervo dorado de la belleza,
maestro de la juventud que te lleva como insignia poética,
te observo en las hojas sueltas con que el viento esparce tu palabra de poeta.


Juglar del Cerro
Carlos Eduardo Saa
Poeta independiente del Cerro Barón
Valparaíso
31 de octubre de 2012


Mención Honrosa, I Concurso de Poesía "Grupo literario Poeta Osvaldo Ulloa" - Chile


domingo, 21 de octubre de 2012

INVIERNO

Ya arriba la hora de la dulce muerte,
invierno de soñada espera.

Es la hora en que bellas flores alegren la tumba
del fúnebre guitarrero, germinador de estrellas
sin horizontes y sin huellas.

Ya no espero sino el postrer aliento
de la longeva vida                                
que maduró en los versos de la tierra, acunada
por la melosa quena con su sonido de nieblas
y almas dormidas en la esperanza de
retornar a hollar la tierra.