invierno de soñada espera.
Es la hora en que bellas flores alegren la tumba
del fúnebre guitarrero, germinador de estrellas
sin horizontes y sin huellas.
Ya
no espero sino el postrer aliento
de la longeva vida
que maduró en
los versos de la tierra, acunadapor la melosa quena con su sonido de nieblas
y almas dormidas en la esperanza de
retornar a hollar la tierra.
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