domingo, 25 de noviembre de 2012

VOCES DEL TEMPLO

Verdor del campo y azul de los sueños
Encabritan los recuerdos anunciando
Paisajes olvidados en un rincón de la noche.
Cabalga el río sobre mis sienes despertando
Las alturas de la nostalgia de una vida
Placentera bajo el alero de su frente amplia,
Bebiendo el agridulce néctar de sus labios,
Recogiendo la ebriedad de sus palabras
Blancas resonando en la fuente del cerebro.
 
Esa región era mi refugio sacro y también de oscebia.
Las voces del templo llamaban a la oración
Vespertina cual cencerro de las pastorías
De la vieja comarca donde el amor era semilla
De seres nunca habitados en la tierra.
Mano de nieblas inquietas guiaban el paso
De la muchedumbre, perdida en las quebradas
De la lujuria y el desvarío violento de las vestales.
Así, los altares gemían las ausencias desviadas.
 
Anochece sobre mi piel y cánsanse los ojos
De vigilias milenarias. Se atenúa el pensamiento
Y el paso reclama reposo. Mas el recuerdo es
Azufre y agua y nada lo apacigua en mi mente.
Recostado sobre ingrávidas y tibias mantas,
Miro el pasado y el futuro se duerme en la campiña.
Cual músico que al terminar su canto apoya
En el suelo la cantarina guitarra, así mi corazón
Detiene su rítmico camino y ahora ya descansa.

 

Por Carlos Eduardo Saa
Cerro Barón 02/08/2011

domingo, 4 de noviembre de 2012

VUELO INMORTAL DE UN POETA

Homenaje a Osvaldo Ulloa Sánchez, hoy jinete de las estrellas.


Cuando te recuerdo me duele el pecho,
se me desangran las manos y la sien.
Por las calles de Santiago te veo, hombre bueno,
poeta de la muerte oculta en tu camisa de luna.
Transgresor de las líneas de la cordura,
veías más allá de mi ojos esa poesía celeste
que un día te daría alas para llevarte a las constelaciones
tantas veces discutidas en los prados de los parques
y en la mesa de un café nocturno. Un día de mares,
me preguntaste con voz urgente ¿quién, yo u otros, la locura?
Quedé suspendido en el aliento de las rosas,
ignorante de la respuesta, enigma que habría de descifrar
sólo cuando en tus pupilas vi tu mirada, ausente, quieta.
Era tarde, Osvaldo, para responder tu angustia,
ya ibas tras las huellas de los hermanos mayores, cantores y poetas.
En minuto agrio te marchaste de nuestras casas,
dejando luto y noche en la añoranza de tus sueños.
Extendiste las alas por un segundo, por un segundo erraron las plumas
y te recibió la eternidad que no esperabas;
mas, oscura, fría, indifeente de la vida, las manos invisibles,
acariciaron tu alma y tu nobleza para conducirte
hasta el último reducto de los vates, las inmortales estrellas.
Muchos no entendieron tu ansia de volar, de romper la monotonía del suelo.
Yo, que escuché tu voz sin despedida, comprendí tu anhelo
y desde entonces, quieto siervo dorado de la belleza,
maestro de la juventud que te lleva como insignia poética,
te observo en las hojas sueltas con que el viento esparce tu palabra de poeta.


Juglar del Cerro
Carlos Eduardo Saa
Poeta independiente del Cerro Barón
Valparaíso
31 de octubre de 2012


Mención Honrosa, I Concurso de Poesía "Grupo literario Poeta Osvaldo Ulloa" - Chile


domingo, 21 de octubre de 2012

INVIERNO

Ya arriba la hora de la dulce muerte,
invierno de soñada espera.

Es la hora en que bellas flores alegren la tumba
del fúnebre guitarrero, germinador de estrellas
sin horizontes y sin huellas.

Ya no espero sino el postrer aliento
de la longeva vida                                
que maduró en los versos de la tierra, acunada
por la melosa quena con su sonido de nieblas
y almas dormidas en la esperanza de
retornar a hollar la tierra.

 

domingo, 14 de octubre de 2012

TUS VOLUTAS


     Fumas y en engañosa gasa

     se te escapa la vida.

     Ojitos de Uva, ya no eres sólo tuya,

     perteneces a quienes te respetan y aman.

     Yo, uno de ellos veo mi propia muerte

     en las volutas de tu boca.

     Apaga esa mínima cigarra;

 no nos mezquines la fresca sombra

                 que a la amistad ampara. 

                 Hazlo ya, que yo, contigo,

                 muero en cada chupada.

viernes, 24 de agosto de 2012

DAME TU DAGA


                                               
   En la profundidad de tu mirada navegan
   las aguas claras de tu infancia.
               Mas, nubarrones imprudentes interponen
               tu boca del dulce pecho e incubas auto rabia.
               En sureña encina aserraste ríspido puñal;
               hacia dentro lo arrojaste y hoy te laceras si quien
               no amas pretende el aljibe de tu entraña.
               ¿Por qué ese automartirio?¿A qué culpar tu belleza
               de tan natural asedio?¿A qué condenar tus dones,
               flores encendidas para nuestro blanco goce?
               Amiga, invalorable miel de mi amistad solitaria,
               arroja lejos esa eutanasia, desecha tan lacerante daga.
               Si es preciso, clávala en mí.
               Mi pecho desnudo para liberarte de todo lo que te daña.                           
               Orgulloso, recorrería la ruta que hollar me falta,
               luciendo el carmín que a tu alma ataca.
               Caminaré sobre espinas para liberar del flagelo
               la flor de tu sangre. 
    Amiga, ¡dame ya tu daga!

miércoles, 1 de agosto de 2012

ASÍ LA VEO

Cada mañana veo el despertar de mi paceña amada. Sale de su sueño para alumbrar la telaraña dulce de la jornada.                                                                     
¡Hola, Negrito!, su boca exclama mientras estira su cuerpo en tensa liana.
Yo la beso en los labios, la nariz y la frente, eufórico de saludarla.                                                               
Ella es eterno aljibe para mi ansia receptora de mi simiente blanca,                                                                        
que en sus entrañas estalla, dulce culminación de mis ataques.
Del muñido lecho se levanta y camina por el departamento
despertando las paredes, cada rincón, la cocina, toda la casa.
El humeante café del albo tazón calienta su cuerpo
y se le ilumina la cara.
Cierra la puerta cuando al trabajo marcha,
quedo solo, en el silencio de la sala, corro al dormitorio,
hago la cama, y huelo en las sábanas la fragancia,
que ella, mi amada, en su dormir dejara.
Y yo la veo caminar por las calles santiaguinas, de los hombres admirada.                                                                                                   
Sol y farol es de tantas almas. Mas yo sé que a mi sólo me ama
Así la veo, sangre en mi sangre, clara.

LA AURORA DE LA VIDA

Recorrió el desierto de Galilea,
Relumbró en la estéril arena
Santificada por la huella
Del Nazareno. Frutos
De eternidad maduraron
En beneficio de los hombres.
 
Sanó Jesús al leproso,
Primera llave que le cerraría
Las puertas de las ciudades.
¿Lo sabía el divino Maestro?
¿Por eso oró en la sabana
Galilea? Verdad o no,
El hijo de Dios no desvió
Su camino, continuó
Sembrando sanidad
Y la fortaleza del Evangelio.
 
Más tarde, el Cristo del Madero
Estremecería la tierra,
Cegaría al sol en tanto
Su espíritu regresaba
Al Reino de su magnífico Padre.
Abajo, en solitaria sepultura,
Nacía la nueva era humana,
Luz para el candelero eterno.
 

viernes, 20 de julio de 2012

DE TUS SÚPLICAS

Me hablas bajo en el oído, pidiéndome que te desee
tal cual eres, mujer sincera
dueña de virtudes y yerros.
Me dices deséame inmaculada el alma,
limpia la frente, dueña de la esperanza.
No busques en mi tierra vírgen
ni hierba jamás cortada.
Soy hembra conocida por los dioses
del amor y las pasiones. Dama
de hermético velo para el extraño
y ancho y cálido tálamo para el amado.
 
Búscame en las puertas del templo
que en compañía de Eros verás
mis anhelos de compartir contigo
lo que en la piel sea propicio goce.
Estaré aguardándote en la mar
agitada por las olas del deseo.
Allí abriré mi blanda carne a tu ímpetu,
contenida desde el albor de los siglos.
No me busques en las aldeas ni ciudades
que yo moro en las puertas del Olimpo.
Cupido es mi dulce celador, Minerva
consejera de vida, de acciones y actitudes,
Baco afiebrado pretendiente de las
profundidades de mis níveos placeres.
 
No me busques en las alturas de la nieve,
ni el engañoso lecho de las nubes,
que mi vuelo es corto e inseguro
si tus manos no ciñen mi cintura,
abarcando el temblor de los pechos
que suspiran por el beso de tu locura.
Amado, yo te aguardo, cubierta
de ingrávida vestidura, en la celda
más recóndita de mis ardores
hacia tu virilidad regalada a mi
ansiosa oquedad, para ti perfumada
por las rosas de la sagrada floresta
en que Zeus subyugó a la casta Hera.
 
Yo te busco, diosa de mis amores,
entre lo umbrío de la selva nueva
y entre de los volcanes la bravura;
vago por las paralelas del tiempo
y el espacio, afincado en la ilusión
de encontrar de tu hogar acogida.
Te deseo tal cual suplicas, alma mía,
nada mío habrá de macular tu imagen,
no elevaré libidinosa forma en mis aspiraciones,
como tampoco egoísmo ni celos vanos a tus encantos.
Seré vigilante adorador de tus señales,
seguidor de tu huella, atento a tu llamada.
Confía en mi pretensión de alcanzarte
y tendidos en el equinoccio de otoño,
donde los amantes encuentras goce y consuelo,
daremos fin a larga espera de consumar
de la piel el tormentoso desespero del sexo.
Serás diosa interminable, ama absoluta
de mi vida. No temas, ninfa mía,
que te amaré mañana con el poder que hoy te amo..

miércoles, 18 de julio de 2012

CREO EN TÍ

Desde la senda primera
conocí en mi frente la fuerza
de tus manos y de tu agua.
Crecí en tu huella blanda,
a veces equivoqué la ruta,
mas, Tú, Señor, jamás alzaste
la voz para castigar el extravío.
Atado a tu Cruz conocí dichas
y tristezas de un mundo feble,
sin que tu luz cegara mi lámpara
que a lo lejos me llamaba.
Hoy, ya doblando la última curva,
vislumbro con certeza tu Casa,
seguro estoy que arribaré a Ella
descalzo, desnudo de huesos,
portando sólo mi alma serena,
luciérnaga en el bosque que me acosa.
Creo en Ti, como en la límpida flor
que en tu entorno es fragancia
del perdido Paraiso que me aguarda.
Espera, Señor; a tu compañía
va mi planta descalza,
la frente tersa, el espíritu alto.
Gracias, por saber que en Ti
no habrá muerte. Que seré soplo eterno,
que  en Tí está
el placer de mi último descanso.
 
Carlos Eduardo Saa
Cerro Barón, 04/1/2011